La vida es un constante cambio. Adaptarse a las adversidades y a los imprevistos que nos puedan aparecer a lo largo de nuestras vidas puede suponer un verdadero reto. No es nada raro estudiar una determinada especialidad y que el destino nos depare una ocupación totalmente distinta a la que teníamos planificada. En mi caso, por ejemplo, he trabajado en diferentes puestos. En el artículo de hoy, os vengo a comentar seis sencillos tips que me sirvieron en mi experiencia laboral en una entidad bancaria:
1.- La escuela de la bayeta. Llegué a aquel banco como becario durante seis meses, dispuesto a aprender lo máximo y con una ilusión desbordante. Allí tuve como compañeras a dos trabajadoras, las cuales no me prestaban demasiada atención y trataban que me relajase y no hiciese mis tareas. Además, también tenía otro compañero que él sí que se preocupó por mi y me ayudó en todo, quizás porque él no me veía como competencia. Cabe recordar que, previo a mi paso por aquella oficina, yo estuve trabajando en el negocio familiar. Se trata de Bodeguita Palmera, ya os habré hablado de ello alguna vez. Allí aprendí a dejar mi puesto de trabajo limpio y en orden, costumbre que trasladé a aquel banco, cosa que llamó la atención de mi jefe. ¿Qué os quiero decir con esto? Aprovecha lo que sabes hacer, utiliza tus ventajas competitivas y, sobre todo, no te quedes quieto.
2.- Confía en ti mismo. El primer día en mi nuevo trabajo, el jefe me mandó a abrir la caja fuerte. Al principio me sorprendí mucho, un novato al que se le confía la clave para acceder a aquella habitación de máxima seguridad. Os mentiría si os dijera que no sentí vértigo al ver fajos y fajos de billetes de tres cifras. Si tu jefe te confía esa tarea, si estás en un puesto de trabajo como el mío en aquel momento, es por algo. Ten confianza en tus cualidades, porque otros en un rango más alto están depositándola en ti.
3.- No mires el reloj. Tranquilo, no trates de acelerar los ritmos que nos va marcando la vida. Aprovecha cada etapa para aprender al máximo y almacenar en tu memoria ese conocimiento adquirido. Debes demostrar tu valía, mantenerte concentrado y motivado para cualquier tarea que se te asigne. No tengas prisa por pedir más, ya llegará y si hace falta, da el extra.
4.- Da postura a tus convicciones. Yo ingresé allí con un contrato de seis meses a modo de becario. Durante ese tiempo, traté de dar el máximo de mi a la par que trabajaba en el negocio local y me formaba académicamente. Echaba muchas horas a aquel puesto de trabajo, con la idea de hacerme con un puesto fijo allí. Cuando mi compromiso estaba a punto de expirar, me comunicaron que me iban a ofrecer otros seis meses como becario. No cedí en mis pretensiones, yo sabía qué es lo que merecía. Tras insistir y la confianza de mis jefes, logré asentarme en mi puesto de trabajo durante más de dos años.
5.- Ten dotes de comunicación. Durante toda mi vida, he aprendido que el saber tratar con la gente y comunicarme adecuadamente de cara al público es básico para conseguir cualquier trabajo. Pequeños gestos como saludar a la gente por su nombre o mirar siempre a la cara de las personas parecen obvios, pero son fundamentales para ganarse la confianza del otro. Son herramientas que me han servido siempre a lo largo de todos estos años, son sencillas y eficaces.
6.- La imagen lo es todo. Sí, lo sé, juzgar a la gente únicamente por su fachada es injusto y deberíamos conocer a las personas para saber qué hay en su interior. No obstante, este trabajo me enseñó que la apariencia que presentas al público es el primer paso para captar a un cliente o ganarse la confianza de un directivo. Una anécdota que os puedo contar es cuando iba a mi puesto siempre con mi traje y mi corbata, siendo ésta totalmente voluntaria y no había necesidad de llevarla. Sin embargo, me iba tan bien con ella puesta que incluso mis compañeros comenzaban a usarla o se la ponían cuando llegaba el jefe. Cuida tu imagen, es tu portada para los demás.