¿Quién no ha soñado alguna vez con volar? Mirar al cielo y ver ahí a los pájaros, a los aviones y pensar “ojalá yo”. Desde pequeños hemos fantaseado todos y todas alguna vez con surcar los cielos como si de un mar se tratase. Este deseo es precisamente el que siempre he sentido desde muy temprana edad.
Para poder cumplir este sueño, descubrí que la forma más cercana a experimentar esa sensación en cuerpo propio era el salto monitorizado desde un avión, casi nada. Sin embargo, debía sortear un obstáculo que me ha acompañado desde que era pequeño: mi peso. Y es que, para conseguir dar el salto, debía bajar algunos kilos si quería llegar al peso límite que son 95 kg. Me propuse alcanzar esa cifra en 100 días, mediante una alimentación bien cuidada y una rutina de ejercicios disciplinada.
Entrené día sí y día también, sin descanso, pero moderando la intensidad para no lesionarme (cosa que no conseguí, pues acabaría desarrollando una hernia inguinal). Desde salidas para hacer running hasta practicar la natación tres días en semana, pasando por largos paseos en los días de descanso. Tenía muy claro que mi sueño era saltar del avión, no sentía miedo por hacerlo, y ese fue precisamente mi motor para seguir bajando mi peso, también un reto que me he propuesto en diferentes etapas de mi vida. Finalmente lo conseguí; alcancé esos maravillosos 95 kilos, salté de aquel avión a 4.600 metros de altura y pude dedicarle el éxito cosechado a mi familia.
Pero ¿fue éste el final del camino? ¿Se acabó? No, tanto el salto como el proceso supuso un valioso y continuo aprendizaje acerca de mí mismo y la manera en la que enfocamos nuestros objetivos. Por ello, he condensado todos los conocimientos adquiridos durante esta etapa en siete sencillos tips para todo aquel que les puedan servir en su día a día:
- No existen caminos cortos para alcanzar el éxito. Toda victoria requiere de un proceso, hay que saber tener esa constancia y paciencia para llegar a ella. Que no resulte sencillo no quiere decir que lo estemos haciendo mal.
- Disfrutar el camino y saber gestionar el éxito conseguido. Tras saltar de aquel avión, me dejé ir y recuperé esos kilos anteriormente perdidos. Por eso os animo a valorar el esfuerzo dedicado a alcanzar una determinada meta y, por supuesto, sentirse satisfecho en el día a día del proceso.
- El descanso es fundamental y no hay nada prohibido. La constancia permite ciertas excepciones; la clave está en saber controlar los excesos más que en ponernos límites a nosotros mismos. No hay nada de malo en permitirse de manera puntual un capricho.
- Valorar lo logrado en cada momento. Las pequeñas victorias del día a día son fundamentales para seguir adelante, disfrútalas,
- Tras alcanzar un logro, es importante recordar que la vida sigue. Siempre digo que aprender a seguir viviendo es el mayor logro en la vida, valga la redundancia.
- Nunca es tarde para empezar de nuevo, a la hora de volver a repetir un éxito es bueno recordar cuál fue el impulso para conseguirlo por primera vez
- Compartir tus logros es el mayor legado, es por ello que en mi instante de mayor felicidad recordé a la gente que más quería y a quienes le dediqué todo el proceso: mi familia.