Qué bonito es rodearse a lo largo de nuestro camino de personas que valen oro. El sentirse arropado por gente que te ofrece todo el cariño del mundo te espolea a seguir adelante con una sonrisa. Una familia que te quiere, amigos que lo darían todo por ti, un barrio al que le eres de gran importancia… si a todo esto le sumas que cada día te levantas para ir al trabajo de tus sueños, prácticamente tienes todo lo que uno pudiera desear. Esta es la historia de nuestro invitado de hoy.
Francisco Javier ha dedicado toda su vida al negocio familiar. Ubicado en el barrio de Pino Montano, “Relojería y Joyería Rodríguez” lleva años gozando de la confianza de todos sus vecinos. Quizás sea eso lo que despertó en Javier un interés especial en la profesión desde muy temprana edad. Quizás sea el hecho de dar sus primeros pasos en la tienda de la mano de su padre. Sea como sea, la verdad es que nuestro invitado acabó apostar por dedicar su vida a las joyas y relojes. Una labor para nada sencilla, pues el margen de error es verdaderamente escaso y que depende muchísimo de la confianza del cliente para seguir adelante. Una presión que Javier no siente, pues se dedica a lo que ama y disfruta mucho de las tareas artesanales de su trabajo.
A lo largo de la entrevista, ha destacado en varias ocasiones la importancia que su padre ejerció en él. Le inculcó esa constancia y exigencia necesaria para llevar un negocio como el que poseen durante tantas décadas. El consejo fundamental que Francisco Javier nos da para que una empresa familiar es el sentar unas bases; ser humilde en el aprendizaje, constante en el trabajo y sobre todo escuchar a los que más saben sobre el tema. En cuanto a la enseñanza a destacar que le ofreció su padre, duda en escoger una de las tantas que le ofreció. Finalmente, se decanta en una frase aplicable para todos nosotros; trabaja para vivir y no vivas para trabajar.
El programa marcha como la agradable charla entre amigos que es de manera que el tiempo pasa muy rápido, es fácil sentirse inmerso en ella debido a la naturalidad. Esta amistad entre Ángel y Javier viene de lejos, tanto así que fue el segundo el encargado de preparar la alianza de boda del primero. Detallan muy bien el momento de la pedida de mano en la noria de la Feria de Sevilla, en la que ambos compañeros llegan a cruzarse antes y después de la declaración. Él conocía el plan de Ángel, aunque en el primer contacto de los dos no sabía si la pedida ya se había producido o no. La prudencia a la hora de hablar de Javier evitó que el inminente acontecimiento se estropeara. Y es que esta es una de las normas básicas del oficio de joyero: no decir nunca nada sobre lo que te compre alguien, pues muchas veces la gente suele acudir a estos establecimientos en busca de un detalle o regalo para un ser querido y podría estropear la sorpresa.
El programa acaba de la manera más emotiva posible: unas palabras de agradecimiento por parte de Javier hacia su mujer y a su empleada, pero sobre todo a su difunto padre. Confiesa que fue junto con su madre de las personas más importantes de su vida y sin duda la que guio su camino en este mundo.