Hay un lema que dice que «Dios le da las peores batallas a sus mejores guerreros«. Y es que muchas veces la vida nos desafía con obstáculos realmente duros durante nuestro camino. Una pérdida, una lesión… o una enfermedad. Sobre esto último vamos a reflexionar en el presente artículo, ya que trataremos la evolución de un mal de garganta que padeció Ángel, nuestro presentador de Vivir con logros.
No podíamos comenzar esta historia de otro modo que no sea mencionando a la Asociación Vyda. Recordemos que se trata de una fundación que honra la memoria de nuestra querida Fátima Suárez. Desde Vyda, dan visibilidad y luchan contra el angiosarcoma, un raro y agresivo tipo de cáncer para el que apenas existen tratamientos. Su objetivo es claro: transmitir ayuda a todo aquel o aquella que haya pasado o esté pasando por una situación similar. Hace no mucho, tuvimos el placer de recibir en nuestro programa al presidente de esta asociación, José Antonio Suárez, cuya entrevista es accesible pinchando aquí. En momentos así, es inevitable que se nos venga a la mente la lucha de gente tan solidaria y cercana como nuestros amigos de Vyda, a cuya web se puede acceder haciendo click en el siguiente enlace.
La historia de nuestro amigo Ángel se remonta un tiempo atrás. Todo empezó hace unos años, cuando unos amigos y su familia le apreciaron un bulto en el cuello. No le dio importancia, pero con el tiempo fue creciendo. Tras una consulta médica, los profesionales determinaron que debía ser intervenido y le sustrajeron una gran parte de la tiroides. Durante el análisis del tejido, detectaron la presencia de células cancerígenas. Pónganse en la piel de nuestro protagonista: una visita rutinaria al médico que desemboca en una operación para poco después anunciarle que padecía un cáncer. Para Ángel fue un verdadero shock. Más allá de la terrible noticia, uno de los momentos más duros para él fue el hecho de informar a su familia: trató de evitar palabras tabúes como cáncer o tratamiento nuclear.
Sí, tratamiento nuclear. Y es que Ángel recibió un tratamiento de yodo radiactivo para eliminar posibles restos de esas células. Debido a la agresividad del medicamento, debía estar aislado 2-3 días en el hospital en una habitación de plomo y, tras recibir el alta otra semana en soledad. Esto suponía que no podía abrazar a sus hijas o dormir con su mujer. Situación complicada para él, una gran prueba psicológica. Su familia le dio alas desde la distancia, mostrándole todo el apoyo posible pese al aislamiento. Durante ese tiempo, Ángel logró reunir inspiración para escribir unas palabras de reflexión acerca de la experiencia. “A quien más cuesta querer es a quien más amor necesita” o “No hay pandemia que te enseñe a vivir sin un abrazo” son algunas de ellas, fruto de los sentimientos que afloraban en aquella habitación de plomo.
Ángel nos enseña que, en aquella soledad, aprendes a relativizar tus problemas, valorar a quienes tenías al lado y por eso ahora les extrañas. Tu motivación para cuidarte en un contexto como este a veces es por el bien de los tuyos. Antepones a tu círculo más cercano incluso por delante de tu propio bienestar. Otro pensamiento que rondaba por su cabeza era que por mucho tiempo que pases encarcelado, confinado, separado… sigue siendo necesario para ti estar cerca de ese cariño. Es muy duro saber que no puedes contar con él. Cuando te encuentras en soledad tanto tiempo, el único enemigo que tienes entre esas cuatro paredes eres tú y tu mente, tú y el tiempo. No hay nada más que tus pensamientos y los minutos pasando. No te queda otra que contar las horas que faltan para terminar con ese aislamiento físico y emocional.
Es inevitable que, en algún momento, surja una pregunta muy común. ¿Por qué a mí? No eres el primero ni el último que ha pasado o pasará por esta experiencia, crees que es una especie de castigo por no haber aprendido a valorar lo que tienes. Esta experiencia le recuerda a sensaciones como cuando hace senderismo, con un camino arduo y costoso que te lleva a un paisaje precioso. En el caso de Ángel, su familia es su razón de existir, el impulso para mejorar cada día y salir adelante en esos momentos. Todo esto le llevó a la repetición constante en por su cabeza de tres palabras. Afianzar, avanzar, aprovechar… son pensamientos que le rondaban mucho en la mente durante el aislamiento.
Tras esta dura lucha contra la soledad, el tiempo y él mismo, las aguas volvieron a la calma. Salió de aquel confinamiento y pudo reencontrarse con su familia. Las pruebas recientes confirman que todo fue bien, no había células cancerígenas, por lo que puede decir que ha superado su cáncer de tiroides. Acabando el programa, Ángel no tiene otro resumen que una frase que quedó en la mente de todos los oyentes. «Gracias, gracias a la vida por poder seguir siendo padres de sus hijas, marido de su esposa, hijo de su madre, yerno de sus suegros, hermano de sus hermanos«.
La vida le dio una oportunidad más de seguir aprovechando el momento, por lo que ahora nuestro amigo Ángel se ha propuesto un objetivo: vivir hasta el último día cumpliendo su carta de logros, e inspirar a ti y otras personas a través de este programa a inspirarte a cumplir los tuyos. Queridos amigos, esto último es Vivir con logros, un programa cuya única meta es hacerte crecer como persona a través de la radio. Gracias por seguir escuchándonos y formar parte de esta bonita familia.